
- vigila la olla!
Y la puerta se cerró, mientras él respondía:
- yo la miro!
Se tiró en el sofá. Cogió el mando a distancia e hizo zapping distraídamente. En la tele, unas alubias dentro de una sartén, un gato caminaba sobre unos mosaicos brillosos. Ellos habían tenido un gato hasta que se escapó. Fue por semana santa y todavía esperaban a que volviera en cualquier momento. Más tarde, alguien habló de los dientes, de prestar dinero, de rejuvenecer, de limpiar la vajilla. No había recogido la mesa y ella se molestaría. Últimamente se molestaba por todo. Preguntaría en la farmacia por la crema antiarrugas.
Se volvió a abrir la puerta. Escuchó unos pasos y un grito. Se levantó de un salto y fue hasta la puerta de la cocina. Ella estaba sentada en una silla. Con las manos, se tapaba los ojos y sollozaba. Había una oscura niebla y olía ha quemado. Él conectó el extractor y abrió la ventana. Se acercó a la olla. Una masa indescriptible se había adherido para siempre en el fondo.
Fue el día que ella se fue y la pasta se arruinó.
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