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dimarts, 23 de setembre del 2008

Ian McEwan - Entre las sábanas (fragment)




Después, una palabra pareció repetirse a sí misma, una palabra suave y resonante, generada por la carne al deslizarse sobre la carne, una cálida, susurrante y equilibrada palabra: casa; estaba en casa, protegido, a salvo, y por lo tanto capaz de proteger: la casa que poseía y que le poseía. En casa: ¿por qué iba a estar en ningún otro lugar? ¿No era una pérdida de tiempo hacer cualquier otra cosa que no fuera eso? El tiempo se redimía, el tiempo asumía de nuevo todo su sentido porque era el medio para la culminación del deseo. "

Sandor Marai - "Divorcio en Buda" (fragment)

Imagínate que una persona a la que amas está gravemente enferma, y la única forma de curarla es hacerle la autopsia mientras está viva, abrirla, analizar y experimentar con la materia viva, porque así a lo mejor encuentras el modo de salvarla. Me gustaría curar a Anna. Ella también lo sabe ya. Hay algo entre los dos que immpide que ella esté totalmente conmigo. Su cuerpo es dócil, su alma está dispuesta a todo, y, sin embargo, se resiste a entregarme su secreto más profundo, su única propiedad privada, lo más importante para ella, un recuerdo, un deseo, algo, no sé. ¿Qué significa esa nimiedad comparada con la infinitud de una vida entera? La naturaleza trabaja con enorme derroche: sólo en el cerebro humano hay seiscientos mil millones de células. ¿Qué importa, pues, una sensación oculta, una emoción inconsciente? A veces me parece que no importa mucho. Y otras pienso que todo depende de eso. Por supuesto, no se puede vivir con esta tensión permanente. Intento servir a los demás, lo que para mí constituye el único sentido de la vida. Tengo que trabajar, cueste lo que cueste. Me hago la autopsia a mí mismo. Sin piedad. Me tumbo en la mesa del quirófano y examino todos mis sentimientos y mis recuerdos con la esperanza de que la culpa sea también mía, de que me haya equivocado, de que no haya amado a Anna, de que no la haya amado lo suficiente, de que no haya sido lo bastante hábil o astuto..., porque quizá necesitemos también astucia para el amor.

dijous, 18 de setembre del 2008

Lin Yutang - La importancia de vivir (fragment)


He aquí las cosas que me harían feliz. No deseo otras. Quiero un cuarto propio donde poder trabajar. Un cuarto ni particularmente limpio ni ordenado... sino confortable, íntimo y familiar. Con una atmósfera llena de humo y el olor de viejos volúmenes y de incontables olores... Quiero trajes decentes que haya usado por algún tiempo y un par de zapatos viejos. Quiero una ducha en verano y un buen fuego con leños en invierno. Quiero un hogar donde poder ser yo mismo. Quiero algunos buenos amigos que sean tan familiares como la vida misma; amigos con los que no haya necesidad de ser cortés y que me cuenten todas sus dificultades, las matrimoniales y las demás; amigos capaces de citar a Aristóteles y de contar cuentos subidos de color; amigos que sean espiritualmente ricos y que puedan hablar de obscenidades y de filosofía con el mismo candor; amigos que tengan aficiones y opiniones definidas sobre las cosas, que tengan sus creencias y respeten las mías. Quiero una buena cocinera que sepa hacer sopas deliciosas y un viejo sirviente que piense que yo soy un gran hombre, pero no sepa en qué reside mi grandeza. Quiero una buena biblioteca, buenos cigarros y una mujer que me comprenda y me deje libertad para hacer mi trabajo. Quiero libertad para ser yo mismo.

Kobo Abe La mujer de la arena (fragment)


Desde su regreso al pozo, para no perturbar su espíritu, trató de no leer el diario. Pasada una semana, ya no tuvo deseos de leer. Después de un mes, casí había olvidado que existían cosas tales como el periódico. Cierta vez encontró la reproducción de un grabado, El infierno de la soledad, y la observó con curiosidad. Se trataba de un hombre flotando inestable en el aire, con sus ojos abiertos por el terror, pero el espacio que lo rodeaba, lejos de ser vacío, era una serie de sombras semitransparentes de muertos que impedían cualquier movimiento del hombre. Los muertos, cada uno con diferente expresión, parecían empujarse unos a otros mientras hablaban incesantemente al hombre. ¿Por qué razón eso era El infierno de la soledad? En aquel momento pensó que se habían equivocado al poner el título; ahora podía entenderlo. La soledad es una sed que la ilusión no satisface.

diumenge, 14 de setembre del 2008

Patricia Highsmith - Suspense (fragment)

Si un escritor de suspense escribe sobre asesinos y víctimas, sobre gente sumida en el torbellino de esta terrible serie de hechos, debe conseguir algo más que la simple descripción de la brutalidad y la sangre derramada. Debería estar interesado en la justicia de este mundo, o en la ausencia de la misma, en lo bueno y en lo malo, en la cobardía y el coraje humanos, aunque no entendiéndolos simplemente como fuerzas que mueven una trama en una determinada dirección. En una palabra, su gente ficticia debe parecer real.

(La foto és de l'Ivan. Gràcies!!

Ian Fleming - Diamantes para la eternidad (fragment)


Una vez más, el instinto de Bond había salvado su vida. Pero se maldijo a sí mismo por un error tan estúpido. Un error que casi le cuesta la vida. Pensó en telefonear a la policía. Podría telefonear desde una cabina telefónica, alejada del área, informándoles del cuerpo en el apartamento y la cita con aquella muchacha Markov. Ciertamente casi había sobreestimado la bienvenida de Amsterdam. Bond echó una última mirada alrededor para asegurarse de que no dejaba allí ninguna evidencia incriminatoria. Miró al cuerpo sin vida frente a él. Bond no sintió nada. Había matado al hombre en defensa propia. Las palabras elegidas por M volvieron a su mente una vez más. 'Jaque Mate' pensó para sí. Fue hacia la puerta, descorrió el cerrojo y salió. Bond podía sentir el frío más que nunca. Buscó en su bolsillo la pitillera metálica, tomó un cigarrillo y lo encendió. Inhaló y se sintió mejor, como si aquello fuera algún tipo de compensación por matar un hombre. Después de descender las escaleras, Bond se abrochó su chaqueta, no para mantener el calor, sino para cubrir su brazo vendado y evitar sospechas. James Bond estaba una vez más en las inocentes y frías calles de Amsterdam, pero no pudo evitar sentir que la ciudad había perdido su encanto.

dissabte, 13 de setembre del 2008

La niña verde
salió de un bolero
marcada con hierro
y moho en el orgullo
Flotó por encima de los tejados,
de las cúpulas verde óxido
Se cobijó en un callejón sin salida
y se cubrió con una manta
de sueños en blanco y negro
Los pies inmóviles
como moscas disecadas
En la boca pequeña
un ovillo de preguntas
colgadas
como lámparas de gas
La niña verde salió de un bolero
Verde miseria
Verde precipicio
Verde sálvame

Eva agost 08
Les llunes de l'Eva

dijous, 11 de setembre del 2008

George Orwell 1984 (fragment)

"Afuera, incluso a través de los ventanales cerrados, el mundo parecía frío. Calle abajo se formaban pequeños torbellinos de viento y polvo; los papeles rotos subían en espirales y, aunque el sol lucía y el cielo estaba intensamente azul, nada parecía tener color a no ser los carteles pegados por todas partes. La cara de los bigotes negros miraba desde todas las esquinas que dominaban la circulación. En la casa de enfrente había uno de estos cartelones. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las grandes letras, mientras los sombríos ojos miraban fijamente a los de Winston. En la calle, en línea vertical con aquél, había otro cartel roto por un pico, que flameaba espasmódicamente azotado por el viento, descubriendo y cubriendo alternativamente una sola palabra: INGSOC. A lo lejos, un autogiro pasaba entre los tejados, se quedaba un instante colgado en el aire y luego se lanzaba otra vez en un vuelo curvo. Era de la patrulla de policía encargada de vigilar a la gente a través de los balcones y ventanas. Sin embargo, las patrullas eran lo de menos. Lo que importaba verdaderamente era la Policía del Pensamiento. "

Anais Nin Diarios (fragment)

"Me fui a mi cuarto, envenenada. Soplaba incesante el mistral, seco y cálido. Así llevaba días, desde que llegué. Destrozaba mis nervios. No pensé en nada. Me sentía dividida, esa división me mataba, la lucha por sentir la alegría, una alegría inalcanzable. La irrealidad opresiva. De nuevo la vida retrocediendo, eludiéndome. Tenía al hombre que amaba en mis pensamientos; lo tenía en mis brazos, en mi cuerpo. El hombre que busqué por todo el mundo, que marcó mi niñez y me perseguía. Había amado fragmentos de él en otros hombres: la brillantez de John, la compasión de Allendy, las abstracciones de Artaud, la fuerza creativa y el dinamismo de Henry. ¡Y el todo estaba allí, tan bello de cara y cuerpo, tan ardiente, con una mayor fuerza, todo unificado, sintetizado, más brillante, más abstracto, con mayor fuerza y sensualidad!.Este amor de hombre, por las semejanzas entre nosotros, por la relación de sangre, atrofiaba mi alegría. Y de este modo, la vida hacía conmigo su viejo truco de disolución, de pérdida de lo palpable, de lo normal. Soplaba el viento mistral y se destruían las formas y los sabores. El esperma era un veneno, un amor que era veneno."
Potser quan està núvol pots trobar un noi a la platja, vestit de lli, amb els pantalons una mica arremangats, passejant descalç, deixant les petjades a la sorra i amb la mirada perduda, que de tant en tant, reculli una pedra blanca i la llenci amb força dins del mar, i després miri l'horitzó i somrigui.

dissabte, 6 de setembre del 2008

Una historia macabra?

A veces al abrir los ataúdes, se percibía que el enterrado había arañado la tapa, había sido enterrado vivo. En esta época surgió una idea. Al cerrar el ataúd, agarrar a la muñeca del difunto un hilo, pasarlo por un agujero del ataúd y atarlo a una campanilla sobre la tierra. Si el individuo estaba vivo solo tenia que tirar del hilo y sonaría la campanilla y seria desenterrado ya que una persona permanecía vigilante al lado del ataúd durante unos días.
De esta acción surge la expresión "salvados por la campana" que usamos hoy en día.

ESTALLIDO

Grité estúpido y me sentí relajado. Como si hubiera salido de un abismo de mocos, lava y estiércol. Olía, a todo lo que no te dije. A todo lo que pensé y no tuve valor de soltarte. Me arranqué los días pegados a la espalda aguantando tu desprecio. Las espinas de tu no saber qué quieres. Cuando solté el “estúpido” fue como lanzar una pesada losa con todas tus dudas, lejos muy lejos. Como si se tratara de un antihistamínico para la alergia. El que desaparecieras me hizo sentir mejor. Al gritar, sentí un estallido en la cabeza y de repente recordé quién era. Grité estúpido y no me oíste, pero el eco de mi silencio todavía retumba en tus oídos.
Les llunes de l'Eva
Agost 2008