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dilluns, 15 d’octubre del 2007

La vida en estacions

Diagonal.

Salgo en volandas hacia el frío de la calle. Subo el cuello de la cazadora y regreso las manos a los bolsillos. No me gusta la lluvia en invierno! Hace días perdí el último paraguas. Así que decidí sacar del armario el sombrero que me compré en Amsterdam que a parte de práctico por lo visto me sienta muy bien. O eso dice mi madre. Me paro en el semáforo para cruzar la Diagonal y al pasar el autobús número siete me salpica, mojándome las botas y los bajos de los pantalones. Un chico desplaza la vista de mis botas hasta mi cara. Me sonríe y mira hacia abajo. Él también se ha mojado. Al tomar los jardines de Salvador Espriu el aire es gélido. El viento hace volar hojas y motas, incluso creo que vuela mi paciencia. Me pican los ojos! Todas las partículas en suspensión tienen que atacarme? Éste mismo paseo, subiendo por Gran de Gracia es un placer hacerlo calzada con unas chanclas, en pantalón corto y tarareando la canción del verano. Pero hoy, es casi un suplicio. En la radio, el hombre del tiempo comenta que éste año tardará en llegar la primavera. Al llegar a la altura de Ros de Olano decido guarecerme del viento que viene de cara y doblo a la derecha. Llueve de lado y estoy a punto de llorar.

La vida en estacions


Liceo


Cuerpos que van y vienen buscando su norte. Piezas de historias sin final, que navegan por la Ramblas formando olas de humanidad blanca. Pasos acelerados que vuelven de donde yo voy. Pretérito del lugar que acabas de dejar. Un pie va hacia el futuro y el otro se apoya todavía en el pasado que acabas de dejar atrás. Miradas. Ríos de encuentros llenos de nostalgia. Desde el café, como desde un escaparate, veo el agujero negro dónde las personas desaparecen engullidas por un extraño monstruo, como si se tratara de ofrendas a una bestia. El café es pequeño y no caben muchas mesas. Son de mármol blanco, antiguas. Al entrar en calor me desprendo de la cazadora. Abro la bolso y saco la libreta y el bolígrafo. Quizás me vendrá bien escribir. Miro a través del cristal hacia la calle y con los ojos entrecerrados todos los colores se funden en blanco. El blanco del invierno, de las palabras lanzadas, de la promesa. Me acaricio la cara y miro el papel en blanco. Necesito un café. Un chico mulato insiste con la escoba. Retira con parsimonia los papelitos de colores que el viento hace volar. De lejos, sólo se le distinguen los ojos. Mirada resignada, perdida. Con el pie sigue el ritmo de una melodía empalagosa. Con la mano izquierda me sujeto la cabeza. Me acuerdo de Manel. Dónde están los que no están? Forman parte de mí, de los jugos de mi esencia? O soy como un puzzle formada por piezas de cada sonrisa? Levanto a penas la vista del papel y veo unos zapatos brillantes, unas zapatillas y unas chanclas con calcetines.
–Un café, por favor!
Fuera, en la calle, hay un hombre digiriendo el alcohol que falta en la botella. Al lado un carrito, cargado con una maleta vieja y unas bolsas. En una de ellas leo “familia”. Quién sabe si le recuerdan. Quizás los ha olvidado.
No sé por dónde empezar. Siento que quiero escribir y fuera se está haciendo de noche. Estoy encajada entre la pared y la mesa de mármol. En la calle se encienden las farolas. En el hilo musical escucho una voz que musita “primavera dime dónde estás”. Es como si alguien me leyera el pensamiento. Suenan las cuerdas de una guitarra, arrastrando palabras que no consigo entender. Estoy sentada aquí, bajo la lámpara del rincón. Desde fuera me miran pero nadie me ve. Sentada en un bar de las Ramblas. Ramblas de vida, como un gran río que se agrieta frente al Liceo. Miro el fondo de la taza. En un plato de plástico, la cuenta pagada. Creo que tomaré el metro. Me dejaré engullir por la bestia. Me dejaré llevar hasta la siguiente estación.

De llibres...



"Un libro abierto es un cerebro que habla;
cerrado un amigo que espera;
olvidado, un alma que perdona;
destruido, un corazón que llora."
Proverbi Hindú

"Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro." Emily Dickinson (1830-1886) Poetesa nord-americana.

"Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá?
Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán?
Y al fin, libros y personas se encuentran. "
André Gide (1859-1951) Escriptor francès