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divendres, 15 de febrer del 2008

Palabras estanque

Limoncelo…está buenísimo! Fresa. Nora ha dicho fresa y he pensado en ácido, y en rojo. Qué poco original. Vamos a hacer un juego. ¡Qué bien! No sé qué de palabras estanque. No me gusta el agua turbia. ¿Palabras estanque? Círculos concéntricos. Hemos empezamos otra vez y he dicho metálico. Menuda jilipollez de palabra. Heavy metal. Ruido en forma de música. No me imagino un concierto de heavy en el Palau. Hace mucho que no voy. Cada día es más caro. Lo que sí que haré cualquier sábado de estos, es coger la cámara de la estantería y dar una vuelta por allí para tomar algunas fotos. Me gusta. Es como capturar momentos. Algunas tribus creen que así les roban el alma. Uy, alma! Tachado. ¡Chas, chas! Palabra de la lista negra. Las últimas que hice eran bonitas, en blanco y negro. Todavía me hace falta mucha práctica con la máquina nueva… El día estaba nublado, gris, y con aquella luz conseguí buenas instantáneas. El cielo estaba a punto de estallar y pensé en Manel. Le aterraban las tormentas. Decía que no podía evitar que se le pusieran por corbata! Siento un nudo en la garganta cada vez que le recuerdo. Sin él, por un tiempo, perdí el rumbo. Se rompió el mástil. Anduve bastante tiempo flotando entre el enfado y la tristeza. A algunos no les caía muy bien. Decían que miraba por encima del hombro, con actitud desafiante. ¡Y ellos qué sabrán! Era tan tímido. Si incluso a veces con sólo oír su nombre se ponía rojo. Era un hombre por encima de todo sensible. ¿Qué pasa? ¿Qué sólo una mujer puede serlo? Adoraba cuidar su jardín. Especialmente una tomatera que plantó con su abuelo, cuando era pequeño. Era un hombrecito encantador. Me recordaba a Santa Claus, con la barba blanca, tan sonrosado, siempre contento. Le llamábamos Doctor Planta. Muchas tardes, la madre de Manel extendía un par de mantas viejas en el césped y junto a sus hermanos jugábamos a un montón de cosas: a cromos, a circuitos con los coches, a papas y a mamas. A veces hacíamos dibujos con las ceras de colores y luego su abuelo los colgaba en la cerca para que los vecinos los vieran. Es obvio que todavía está en mí. Como decía su abuelo, hay personas que se enlazan a ti como enredaderas.

Eva - Febrer 2008