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dimarts, 25 de març del 2008

El vientre de la orquídea

“Yo no pinto sueños… Pinto mi realidad”
Frida Kahlo

Me siento vacía. Hueca. ¿Algo que no existe, puede odiarte? De la madeja, tomo el extremo de un hilo y tiro de él poco a poco. ¿Puedo deshacer todos los entuertos? Cada nudo es un olvido, una pérdida, un miedo, un sueño. Un no querer, un momento incierto. Mis venas, todas las arterias, están anudadas. Quiero borrar el día del calendario, olvidar la anestesia, las caras cubiertas con mascarillas. ¿Dónde fue lo que no pudo ser? Lo siento cada noche a mi lado. Remo. Remo por dos en una barca en la que navego sola. La corriente me arrastra y viro para evitar los obstáculos. Encallo, me precipito. Estando despierta, me hundo en un sueño y me ahogo. Cintas de colores salen de mi vientre. Pequeños caracoles excavan a mis pies. En la mano sostengo una orquídea marchita. Lucho contra la moral encerrada en mi piel. Con un bisturí quiero cortar todo lo que me enseñaron. Para poder seguir viviendo y que desparezca de mi ojo, el vacío que siento. Quisiera arrancar con los dientes las cintas que me unen a algo que no es, que nunca existió. ¿Porqué, ahora, me siento tan sola? ¿Cómo espantar la sensación de que me odia? Me pregunto cada instante si podré olvidar. Me repito una y otra vez que no fue muerte, fue no vida. El antibiótico en la mesilla. Cada ocho horas. La caja va vaciándose pero los hilos no se rompen. Permanecen, formando otros nudos. ¿Existe un lugar donde no ser? Sueño otra vez. Ando por un laberinto circular. Por un agujero miro hacia afuera y veo dos ojos babosos. Dos ojos ciegos con cuerpo de caracol. Me miro en ellos, buscando su consentimiento, pero el suelo se raja de parte a parte y resbalo durante horas por un hueco interminable. Me pregunto si existirá un magma húmedo y ardiente donde desaparezca la cruz de todas las caras. Un lugar donde la vergüenza está escrita en signos legibles. Las palabras que balbuceo son opacas, rocas que no puedo mover. Lucho para poder sobrevivir. Algo se ha roto. Cierro los ojos hinchados y veo los focos del quirófano. Son grandes círculos, como sandías. Tomo un pedazo y me sumerjo en el jugoso dulzor mientras escupo las pepitas. Sé que he hecho lo que debía hacer. Pero hacerlo me ha quemado por dentro. Me incendio y el humo me ahoga. Tengo llagas en las manos. Los grandes círculos de mi retina se convierten en dos viscosas serpientes que se devoran una a la otra. Y olvido. Me escupo en las manos y las úlceras se cierran. Mi cuerpo ya no es el mismo. Me siento como un contenedor vacío. Sucio de manos que extirpan y arrancan. Sólo soy un cuerpo en tránsito. Dejo de llorar. Ya no soy la misma. Quiero contarlo, pero no encuentro las palabras. Los diccionarios están en blanco. ¿Hay una forma de decir sin decir? Ahora ya no imagino cómo sería. No tiene nombre. Ni cumpleaños. Nada. Olvidar que ha pasado. Eso es lo que quiero. Pronto llegará el día que el hueco en mis entrañas se llenará. El vacío dejará de herirme y podré sofocar este incendio. Nace una orquídea. Las cintas se secarán y se desprenderán de mí, como un ombligo.

Eva febrer 2008

4 comentaris:

Anònim ha dit...

Es desgarrador. Creo que lo tendre que leer varias veces. Esa crudeza cruel, esa soledad... Decir sin decir?...en realidad dices muchísimo....

Una beso y una orquídea

Anònim ha dit...

És brutal!

Miquel Bravo

Anònim ha dit...

Buf!!
Este articulo te deja clavado a la silla e inmovil, intentando esclarecer si lo que te ha pasado por encima ha sido un tren de mercancias o unas palabras.
Un adjetivo? Imposible.
Y eso que no es el primer dia que entro a leerlo.
Bestial? Me quedaria corto.

Una orquídea, si.

Eva ha dit...

Jos, gracias por tu orquidea. Espero que la próxima vez dejes tu correo.
Por cierto, me encanta lo imposible :-)