Translate

divendres, 23 de maig del 2008

La parada

Llego trotando a la parada del autobús. Tiene una pequeña marquesina donde están pegados los horarios de las tres líneas y escrito en azul, en letra de imprenta “tonto quien lo lea”. Y yo, que estoy adormilada, leo: “tonto quien lo lea”. Sonrío. Cada mañana me pasa lo mismo! En la cera de enfrente hay un taller de motos y un todo a cien, de esos que ahora lo llevan los chinos. A qué hora se levantarán? Vaya cuando vaya está la tienda abierta. En la parada hay un banco pintado de amarillo chillón. Cada día las mismas caras. La señora que lee la revista de punto de cruz. Le deben gustar las impresiones fuertes. La chica de marrón, haga frío o calor, siempre malhumorada. El señor que mueve la cabeza como si se pasara el día afirmando o como aquellos perritos que la gente lleva en la parte de atrás del coche. Y por último, Coco. Le llamaba así porque era terrorífico cómo olía. Alguna vez, le hubiera dado de bofetadas. El otro día, en la entrada del autobús, un chico sudafricano nos dio un panfleto verde turquesa con grandes letras que decía: “Sonríele a la vida y la vida te sonreirá.” Decidí que iría a la tienda del “todo a cien” y compraría un frasco de colonia para Coco. Se lo di al día siguiente envuelto en papel de regalo. A pesar de las primeras dudas lo aceptó. Ahora nos saludamos cada mañana y sé que se llama Ernesto.
Eva - Maig 2008

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Es cotidiano, divertido y con sorpresa final: me gusta!
Gonzalo

Anònim ha dit...

Es divertido el final!!
Jesús