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dimarts, 26 d’abril del 2011

En las nubes

Mis hermanos y yo de niños,  pasábamos horas y horas estirados sobre la hierba. A falta de otra cosa, nos entreteníamos viendo pasar las nubes. Así, transcurrió toda nuestra niñez y buena parte de la adolescencia, salvando las breves temporadas de nuestros primeros escarceos amorosos. Pasábamos las tardes al salir de la escuela mirando las nubes. Pasaban por encima de los tres en las mañanas de verano, mientras nos resguardábamos del sol bajo la higuera. Las mirábamos desde la ventana los días de tormenta. Fue inevitable y al llegar a nuestra mayoría de edad abrimos la fábrica. En Barroso no había ninguna empresa como la nuestra. De hecho creo que ni en Barroso ni en ningún otro lugar del mundo. Las primeras que nos pidieron fueron las nubes para los días de mal humor. Ahí tuvimos que dar un giro a la empresa ya que no queríamos que nos asociaran sólo para esas ocasiones. Buscamos nuevos modelos para momentos felices; nubes para pasear, para curar el dolor de muelas, para soñar. Nuestros mayores clientes los encontramos en África. Tuvimos que aprender a fabricar nubes inmensas. Allí el cielo, ya se sabe, es mucho más grande y las pequeñas nubes que teníamos en stock quedaban ridículas en sus cielos. Nuestras ventas nacionales también se incrementaron y tuvimos que innovar. Las hicimos para quedarte un ratito más en la cama, para los días que quieres esconderte, nubes para cuando quieres dormir y no puedes. Uno de mis hermanos quiso probar por su cuenta y abrió una fábrica de rayos. Duró cuatro días. El cálculo de la magnitud de un rayo no es fácil y tuvo que cerrar para pagar todas las indemnizaciones que le pedían. Así seguimos otras vez juntos fabricando nubes y la tecnología jugó a nuestro favor. Pudimos fabricar nubarrones y nubecitas, cirros y cúmulos. Fabricamos nubes pequeñas y personalizadas que situadas por encima de la cabeza, cambiaban de color según el estado de ánimo. Nubes por control remoto que podías enviar a alguien y sorprenderle con un buen remojón. Incluso alcaldes, políticos y algún famoso nos compraban nubarrones negros y cúmulos para deshacerse de compromisos. Barroso se incluyó en el mapa de los emprendedores, señalada como modelo familiar de empresa con rendimientos millonarios. Nos entrevistaron en el programa de Oprah Winfrey, nos hicieron cientos de entrevistas para el Financial Times o la revista Forbes. Fue entonces cuando la NASA nos hizo una oferta que no pudimos rechazar. Ahora pasamos horas y horas estirados sobre la hierba de algún parque. Estamos juntos, somos felices y siempre nos quedarán las nubes.