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diumenge, 1 de febrer del 2009

Amor ultramarino - Eva Jané

Está parado en la estación lanzadera esperando el autobús. Llega el 404. En el lateral puede leer: ¿De qué color es el amor? Piensa en ella y siente que el corazón se le rompe. Escucha el ruido de cómo se le rasga y siente como los pedazos se distribuyen por su cuerpo a través de la corriente sanguínea. No sabe de qué color es el amor. Sólo sabe cómo se siente ahora que lo ha perdido. Ha permanecido en el puerto, observando como ella se iba, impasible, incapaz de hacer nada. Ha estado de pie, viendo como ella se convertía en un punto, y como el punto se diluía hasta desaparecer entre el azul marino del mar. ¿De qué color es el amor cuando se rompe? Un pedazo de corazón se le ha quedado atragantado en la garganta y no le deja respirar. ¡Cuántas veces pensó en aprender a nadar! Si no hubiera sido por esa fobia, ahora estaría lejos de allí. Si supiera nadar, ahora podría estar con ella. Pasa la mano por la cara y detecta dos pedazos más de corazón: uno en la frente y otro en el párpado. Nadie se fija en él. A ella le asomaron las primeras escamas un jueves. De la rodilla al tobillo. El doctor al observarlas permaneció en silencio y saltando sobre sus ancas se acercó a la mesa para extender una receta. La medicación en un principio pareció remitir la metamorfosis, pero a las pocas semanas otro brote de escamas asomó por debajo de su ombligo. El hombre sigue esperando el autobús. No puede tomar el aerotaxi porque a penas le queda dinero. El pescado, de piscifactoría por supuesto, había llegado a precios astronómicos. Pero ella tenía que comer. El hombre piensa que quizás si el amor tuviera color sería transparente, como el aire cuando era puro. Por supuesto no es rosa. El amor es sencillamente el fruto de una combinación química que te vuelve ciego y perturba las facultades mentales. Él bien lo sabe. Cuando ella prácticamente no se podía mover, dejó su trabajo para cuidarla. No hablaba con nadie. No dormía, ni de día ni de noche. Sólo la contemplaba y cuidaba de ella. Las escamas se extendieron por la mitad del cuerpo, de cintura para abajo, y le hacían imposible mover las piernas. Éstas finalmente desaparecieron ocultas por una gran aleta. Fue en vano sumergirla en la bañera que con la escasez de agua llenaba con bebidas isotónicas. A penas podía respirar ya que las branquias estaban blanquecinas, casi secas. Ha tomado una determinación. La lleva en brazos hasta el puerto. Lentamente la ha depositado en el agua, ella ha movido la cola a modo de saludo y ha sonreído antes de marchar. Ella se ha marchado aquella misma mañana y él ya se siente vacío y absurdo. El hombre que todavía espera en la estación, se da cuenta que su piel de un color azul muy oscuro, va perdiendo el color poco a poco. En su pecho aparece un suave plumón y bajo las axilas se despliega lo que parece una pluma. Mira en la dirección que ella ha desaparecido. Hacia el mar que al atardecer se torna azul ultramarino. No se sorprende cuando al mover los brazos, levanta el vuelo y echa a volar.

1 comentari:

EG ha dit...

Eva, éste texto es tuyo? Lo quisiera publicar en mi blog si me das permiso. Date una vuelta y decie qué te parece. Te dejo mi mail, si? Me ha gustado mucho, es muy tierno!

miriamtessore@gmail.com

Espero tu respuesta, gracias